V-2011-S_Epílogo

Mapa de los días venideros

Gabriel Campuzano

Entre todos los proyectos que he realizado hasta ahora, éste me ha deparado las mayores satisfacciones con notables diferencias y a muy diversos niveles. Por mi falta de costumbre, ha sido un duro trabajo realizar estas 93 (dobles) páginas con el compromiso de su publicación diaria y en completa libertad, sin la ayuda de un mínimo guión, una elección temática, un lenguaje común o una técnica determinada (o determinista). Pero ha sido esto, precisamente, lo que me ha permitido explorar tantas combinaciones entre diversos argumentos, secuencias, técnicas y léxicos, con una libertad que nunca antes me había concedido para desarrollar un proyecto.


Las primeras recompensas recibidas que quisiera citar, porque debo agradecerlas, proceden de las conversaciones y coloquios mantenidos a propósito de las imágenes publicadas. A propósito del blog o con el cuaderno por delante. Los ratos de amigable charla y los interesantes comentarios realizados han dejado un poso de propuestas y argumentos que podrán ser rastreadas desde aquí en adelante, abriéndose el territorio fotográfico hacia otros horizontes.

En segundo lugar puedo decir que este cuaderno -valioso ya, para mí- contiene un acopio enorme de recorridos posibles en los que adentrarse con mayor sosiego y aprendizaje. Será un mapa imprescindible en días venideros, con toda seguridad, porque muchas de sus páginas se han mostrado ya como una puerta abierta a nuevas peripecias en las que aventurarme. Caminos aún no trazados, para continuar la búsqueda que más me interesa a través de la imagen, la memoria y sus posibilidades narrativas.

Por último, aunque no he querido realizar un diario en el sentido estricto, sobre estas páginas -de por sí amarillentas- se ha depositado tal colección de instantes vividos que constituyen ya un depósito de memoria imborrable. Recuerdos incorpóreos prendidos para siempre a la materialidad épica de una imagen (gráfica, fotográfica, poética). Días felices y desdichados, sueños al sol y noches en vela, máxima introspección pero -también- gran comunicación, momentos de pasión ocultos tras de una siesta, instantes de arrebato y largas quietudes (entre la placidez y el aburrimiento), insignificantes aventuras cotidianas y el riesgo vital percibido intensamente (y esquivado: ¿hasta cuándo?). En fin, lo que da la vida…

20 de septiembre de 2011

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