glosario
Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua este término, que procede del latino glossarĭum, tiene las siguientes acepciones:
1. m. Catálogo de palabras oscuras o desusadas, con definición o explicación de cada una de ellas.
2. m. Catálogo de palabras de una misma disciplina, de un mismo campo de estudio, etc, definidas o comentadas.
3. m. Conjunto de glosas o comentarios, normalmente sobre textos de un mismo autor.
Cualquiera de ellas podría explicar, en buena parte pero no del todo, lo que pretendo hacer con este trabajo que desarrollo desde hace tiempo y que ahora me gustaría compartir, mientras sigue su proceso, aceptando todo tipo de intercambios. Trato de recopilar -intuitiva y desordenadamente- términos y conceptos que encuentro relacionados con mi trabajo y con la forma de abordarlo, documentarme sobre ellos y evitar, en lo posible, la confusión con que son utilizados, destacando aquellas acepciones que más me interesan. No trato de ser exhaustivo y descarto cualquier erudición, sólo me gustaría encontrar la forma más sencilla de expresar mi acepción más estimada y ponerla por escrito, de manera sucinta, para configurar el glosario de términos con el que -creo- conviven mis imágenes. En mi experiencia, este ejercicio abre puertas a otras reflexiones personales pero, sobre todo, complementa las miradas.
1. m. Catálogo de palabras oscuras o desusadas, con definición o explicación de cada una de ellas.
2. m. Catálogo de palabras de una misma disciplina, de un mismo campo de estudio, etc, definidas o comentadas.
3. m. Conjunto de glosas o comentarios, normalmente sobre textos de un mismo autor.
Cualquiera de ellas podría explicar, en buena parte pero no del todo, lo que pretendo hacer con este trabajo que desarrollo desde hace tiempo y que ahora me gustaría compartir, mientras sigue su proceso, aceptando todo tipo de intercambios. Trato de recopilar -intuitiva y desordenadamente- términos y conceptos que encuentro relacionados con mi trabajo y con la forma de abordarlo, documentarme sobre ellos y evitar, en lo posible, la confusión con que son utilizados, destacando aquellas acepciones que más me interesan. No trato de ser exhaustivo y descarto cualquier erudición, sólo me gustaría encontrar la forma más sencilla de expresar mi acepción más estimada y ponerla por escrito, de manera sucinta, para configurar el glosario de términos con el que -creo- conviven mis imágenes. En mi experiencia, este ejercicio abre puertas a otras reflexiones personales pero, sobre todo, complementa las miradas.
Wikipedia aporta otra descripción del término que completa las anteriores y establece el punto de vista que más deseo:
(del
latín glossarĭum) es un anexo que se agrega al final de libros o
enciclopedias, en donde se definen y comentan ciertos términos
utilizados en dicho texto, con el fin de ayudar al lector a comprender
mejor los significados de algunas palabras.
Aporía
Este
término hace referencia a razonamientos en los que surgen
contradicciones o paradojas irresolubles. Tiene su origen en el griego
clásico, como expresión negativa, para señalar algo muy difícil e
impracticable (algo que no puede ser atravesado) y fue adoptado por la
filosofía para denominar “lo que no puede ser explicado”. Según el Diccionario de la RAE es un “enunciado que expresa o que contiene una inviabilidad de orden racional”.
Más interesante es la concepción moderna de este término: “la imposibilidad de resolver un problema si se comienza a partir de ciertas premisas”.
Con esta perspectiva se han generado técnicas muy diferentes para la
refutación de teorías vigentes, que consisten en descubrir, señalar y
exponer las contradicciones irresolubles que contienen sus enunciados
para desmontarlos. En todo caso, desde la perspectiva contemporánea, se
constata que muchas especulaciones que fueron consideradas como una aporía
-paradoja irresoluble- se han resuelto partiendo de nuevas premisas
originadas por una mejor capacidad demostrativa, avances del
conocimiento o cambios de paradigma.
Con
estos argumentos bien podríamos subrayar la interpretación del término
que más nos interesa. Se trata de una concepción que invierte su
negatividad característica al entenderla como un camino por recorrer.
Enunciar contradicciones irresolubles en un determinado contexto, más
allá de la denuncia, será un ejercicio estéril si no provoca la búsqueda
de aquellos otros contextos inéditos en los que éstas pueden
resolverse. Es decir, la contradicción aporética debe ser entendida como
una puerta impenetrable -por ahora- que reclama ser atravesada.
Archivo
Dejando
al margen las acepciones informáticas, se trata de un término que
designa diversos conceptos asociados a la gestión de los documentos que
han sido producidos o recibidos previamente por personas u organismos
(públicos o privados). En nuestro idioma, esta misma palabra denomina el
local donde se conservan estos documentos, la institución que los
gestiona o el propio conjunto físico y material que forman. Por ello una
amplia definición del término podría ser formulada como institución,
espacio o colección de documentos reunidos por una entidad (persona
física o jurídica, administración del estado...) en el ejercicio de su
actividad, para su conservación ordenada y segura como memoria fiel de
la que ofrecer testimonio e información.
Desde 1994, cuando Jacques Derrida dictó su conferencia Mal d’archive: Une impression freudianne,
ha sido asumido como un nuevo paradigma (objeto de conocimiento) y el
término se ha hecho verdaderamente relevante para el arte. Ya antes, en L'Archéologie du savoir (1969), Michel Foucault desarrolló su concepción como “sistema general de la formación y de la transformación de los enunciados”.
Se trata, no ya del lugar polvoriento de la simple acumulación, sino de
un espacio y una práctica de la re-ordenación desde donde se gestiona “lo visible” y “lo decible”.
A pesar de la relevancia de estos autores en la formulación del pensamiento ligado al archivo,
no pueden dejar de subrayarse los trabajos de Walter Benjamín
(1892-1940) y Aby Warburg (1866-1929) como verdaderos antecedentes de
esta práctica epistemológica. El libro de los pasajes, iniciado por el primero en 1927 y no concluido, y el Atlas Mnemosyne,
iniciado por el segundo en 1925 y -también- inacabado, fueron generados
como método para la construcción de significados (literarios e
iconográficos en cada caso), mediante una acumulación sistemática de
piezas que remiten al paradigma artístico del archivo desde dos
actitudes diferenciadas.
“La
que pone énfasis en el principio regulador del nomos (o de la ley) y
del orden topográfico, y la que acentúa los procesos derivados de las
acciones contradictorias de almacenar y guardar, y, a la vez, de olvidar
y destruir huellas del pasado, una manera discontinua y en ocasiones
pulsional que actúa según un principio anómico (sin ley).
De
los proyectos mencionados, unos están próximos a los principios de
procedencia, homogeneidad y continuidad, al orden de la ley, como son
los de Walter Benjamín y August Sander; otros, por el contrario, se
identifican con la pulsión de heterogeneidad y discontinuidad del
archivo anómico, como se puede contrastar en el de Aby Warburg y, si
pasamos al campo de las artes plásticas, en las propuestas dispares,
pero coincidentes en el sentido que tratamos, de Casimir Malecich,
Marcel Duchamp y Hannah Höch”.
Ana María Guasch (Arte y Archivo, 1920-2010)
Barroco
Es
el periodo histórico de la cultura occidental que abarca
-aproximadamente- desde el año 1600 hasta el año 1750 y se inscribe
entre el Renacimiento y el Neoclasicismo. Se trata de una denominación
historicista, elaborada a posteriori y con ánimo peyorativo, que
relaciona su producción artística con los conceptos de artificio,
engaño, capricho o extravagancia y, en general, con la antítesis de la
sobria y racionalista Ilustración. Hacia 1888, el historiador del arte
Heinrich Wölfflin puso en valor y rehabilitó el término, identificándolo
como una concepción artística propia y autónoma. Desde entonces no ha
dejado de ofrecerse a nuevos e interesantes puntos de vista que lo
relacionan con el “cambio de paradigma”. Contemporáneamente esta
autonomía ha sido identificada como una verdadera ruptura con el pasado,
con un tiempo de disidencia respecto de la “oficiliadad ortodoxa”
del Renacimiento, y como antesala del Romanticismo. Un punto de vista
que obviamente lo ha equiparado con la postmodernidad, con “la crisis de la modernidad y el derrumbe de la razón ilustrada”.
"Yo
diría que barroco es aquel estilo que deliberadamente agota (o quiere
agotar) sus posibilidades y que linda con su propia caricatura. En vano
quiso remedar Andrew Lang, hacia mil ochocientos ochenta y tantos, la Odisea de Pope; la obra ya era su parodia y el parodista no pudo exagerar su tensión. Barroco (Baroco)
es el nombre de uno de los modos del silogismo; el siglo XVIII lo
aplicó a determinados abusos de la arquitectura y de la pintura del
XVII; yo diría que es barroca la etapa final de todo arte, cuando éste
exhibe y dilapida sus medios. El barroquismo es intelectual …”.
J L Borges (Prólogo de 1954 a la Historia Universal de la Infamia)
Hoy,
ante la necesidad de encontrar una nueva racionalidad, nos aventuramos
en muy diversas exploraciones hermenéuticas, simbólicas, analógicas o
poéticas y, en esta situación, se hace particularmente recomendable
volver la mirada hacia lo anterior: Entender el barroco, que es lo anterior, como un referente especular de los procesos vigentes y repensarlo como otra racionalidad posible y ligada a la imaginación creadora, a la concepción lúdica y -sobre todo- a la invención y a la libertad.
Diletante
Aunque
en la actualidad predomine su acepción negativa asociada al
conocimiento frívolo y superficial del arte, en principio fue un término
de origen italiano –dilettante, participio de dilettare
(deleitar)– que designaba a las personas dedicadas a la actividad
artística por placer, con criterio y discernimiento pero sin fines
comerciales. En el Renacimiento se consideraba una cualidad positiva
(con exigencias técnicas) que debían poseer las personas cultas para
relacionarse y disfrutar con el arte. Bien diferenciada de esa otra
afición contemplativa, propia del connaisseur, limitada al
análisis, interpretación y opinión, sin compromiso con la ejecución, tal
y como hoy quizás podría ejercerla un crítico de arte.
En el Romanticismo, Goethe desarrolló importantes reflexiones al respecto, llegando a distinguir entre aficionado vulgar, auténtico aficionado y artista.
En general, fue muy crítico con el desconocimiento de las técnicas y
los problemas específicos del trabajo artístico que suelen mostrar la
mayor parte de los aficionados, aunque se consideraba uno ellos.
Admiraba profundamente la capacidad del artista para tomar a la
naturaleza por modelo, mientras que el diletante solo parece encontrar
sus estímulos en las propias obras de arte. Esta posición, asumida con
inferioridad respecto del verdadero artista, quizás haya colaborado al
giro peyorativo adoptado por el término, pero lo cierto es que Goethe, a
la vez, ya reconocía en esa actitud la más adecuada para el disfrute
del arte. La más capacitada para un discernimiento personal –ejercido
sin temores ni frivolidades– que se compromete con su propia síntesis
ético-estética y se distancia tanto de los prejuicios dominantes como de
las actitudes pretenciosas.
“El
diletante apuesta por su propio criterio frente a la tiranía del
mercado socioeconómico, profesional o de estatus, pero también contra el
imperio de la seriedad y el supuesto rigor que muchas veces diseccionan
y matan al objeto de su afán. Sabe que necesita educarse para lograr
mayor placer en su actividad, la que fuere, y por eso descarta el mero
capricho, aunque sin aceptar la solemnidad de quien dice prescindir de
los propios condicionantes biográficos, históricos o afectivos. Ejerce
la tolerancia genuina y el eclecticismo, receptivo a la pluralidad y al
cambio interno o externo, abierto a la verdad que pueda hallar en el
camino, pues tan sólo la trata desde una posición más modesta a la par
que orgullosa. No es un dandi que exagere las poses, sino alguien que
ensaya sin descanso, es decir, que decanta y aquilata las cosas mediante
el alambique de un juicio siempre en marcha; como tampoco es un cínico
que esté de vuelta en la búsqueda ética de la lucidez”.
Luciano Espinosa (2015. Elogio del diletante, o la alegría de las cosas finitas)
Eclecticismo
Se
denomina así al método filosófico que elige ideas o conceptos entre
doctrinas u opiniones diversas, intentando alcanzar una síntesis
equilibrada entre ellas para beneficiarse de lo más positivo de cada
una. En la Historia del Arte este concepto se emplea para definir los
períodos que se caracterizan por la ausencia de estilos dominantes, algo
así como una mixtura de las bellas artes cuyos rasgos son tomados de
varias fuentes y estilos. No debe ser considerado un estilo propiamente
ya que, en general, el término describe la combinación, en un trabajo
creativo único y concreto, de cierta variedad de influencias,
referencias o citas que pertenecen a diferentes estilos históricos de la
arquitectura, la pintura o las artes gráficas y decorativas.
Junto
a estas dos acepciones más frecuentes del término, quisiera destacar
otra que pasa algo desapercibida aunque se encuentra ampliamente
aceptada. Me refiero a lo que podríamos denominar eclecticismo técnico
que consiste en mezclar determinados procedimientos, originalmente
asociados de manera ortodoxa a una teoría determinada, y practicarlos de
una manera contradictoria, especulativa y -ciertamente- heterodoxa,
explorando nuevas posibilidades. Esta posición, que se encuentra cada
vez más presente en el pensamiento contemporáneo, ha alcanzado ya
incluso a las disciplinas más tecnificadas.
Esta
última acepción es omnipresente en el arte desde tiempos remotos y,
siendo el motor de sus grandes evoluciones, se encuentra libre de las
valoraciones peyorativas que aún caracterizan la acepción estilística
del eclecticismo. Algo que pone en evidencia cierta hipocresía si se observa la vigente solidez de aquellas ecuaciones que relacionan tecnología y estilo en la Historia del Arte, de las que podrían derivarse las más modernas correspondencias, por ejemplo, entre medio y mensaje.
Elipsis
Este
término define tradicionalmente una figura retórica consistente en la
supresión de algún elemento de la oración gramatical que, aunque fuese
necesario para su correcta construcción, puede ser sobrentendido dentro
de un contexto determinado. Un desarrollo más complejo y elaborado de
este concepto está asociado actualmente a los discursos narrativos
cinematográficos o literarios. Estos la emplean muy habitualmente y
supone un salto temporal o espacial, insignificante para la comprensión
pero necesario, en cambio, para mejorar la percepción de la narración
propuesta. Con ella el espectador o el lector no perderán la continuidad
secuencial pero se activarán otras sensaciones y experiencias derivadas
del ritmo narrativo.
Hasta los últimos años del siglo XX, la elipsis
sólo ha sido relacionada con la fotografía de forma muy excepcional y
–exclusivamente– cuando ésta ha desarrollado contenidos narrativos
mediante series o secuencias temporales de imágenes encadenadas (Duane
Michals, Nicholas Nixon, John Baldessari...). Más reciente, pero
igualmente rara, es la asociación del término con las imágenes creadas
por los fotógrafos de la escenificación melodramática (Tracey
Moffatt, Cindy Sherman, Jeff Wall, Gregory Crewdson, Erwin Olaf...)
pero, tanto por la contradictoria relación que estas imágenes mantienen
con el medio cinematográfico como por la individualidad objetual de cada
pieza fotográfica, esta relación es confusa y –quizás– pueda ser mejor
comprendida si se acepta como metáfora.
En
la actualidad, y cada vez más frecuentemente, las imágenes fotográficas
son presentadas por los autores de una forma relacionada para producir
un diálogo, desarrollar un guión narrativo o con ambas intenciones a la
vez. A menudo observamos dípticos y trípticos, o mosaicos mucho más
complejos, impresos y colgados en las salas de exposiciones y,
utilizando otros medios, agrupaciones de fotografías mediante la edición
de secuencias para ser mostradas en proyecciones audiovisuales o en
forma de fotolibros. Estas manifestaciones de la imagen han
terminado por asociar la fotografía con este recurso narrativo de una
forma más literal, para resolver las discontinuidades espacio-temporales
del hilo argumental.
En
estos casos se pone de manifiesto una diferencia –para mí– esencial
respecto del cine o de la literatura, y ya muy alejada del concepto
retórico original. Aquí lo ausente, el tiempo y el espacio eliminados,
no puede ser considerado prescindible. Es más, esos vacíos deberán ser
obligatoriamente re-llenados por aquellos espectadores
interesados en que la narración adquiera un sentido. Una significación
determinada que, precisamente por esto, será tan propia y singular como
sólo puede llegar a serlo cualquier proyección del yo.
Intuición
Término
que designa la facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin
necesidad de razonamiento. Expresa por lo general la visión directa e
inmediata de una realidad o la comprensión directa e inmediata de una
verdad. Esta ”visión” o “comprensión” se condiciona, en ambos casos, a la inexistencia de elementos intermediarios que se interpongan en su generación "directa".
Con
la evolución de las teorías del conocimiento, su consideración y
análisis se ha desplazado desde el campo filosófico al terreno de la
ciencia positiva, siendo hoy considerado como un tema de estudio propio
de la psicología y de la investigación neurológica. En sus primeras
concepciones filosóficas se ha tendido a contraponer el pensar intuitivo al pensar discursivo. Se ha enfrentado a la “deducción” (Descartes) o al “concepto” (Kant) y, en general, la filosofía ha considerado la intuición
como un modo de conocimiento primario y fundamental realizado de modo
inconsciente en base a la acumulación generada por la experiencia
cotidiana, la actividad profesional específica y la formación académica.
En
psicología, desde una perspectiva cognitiva, se considera que el
cerebro procesa con una mente de dos vías. Una -oculta e intuitiva- que
es rápida, automática, no requiere esfuerzo y es asociativa e implícita,
y otra consciente o explícita, discursiva, secuencial, racional, y que
requiere de un esfuerzo para que funcione. Esta dualidad fue expresada
por Edward De Bono, desde una perspectiva humanista, con dos términos
que matizan y enriquecen las relaciones entre ambas vías. El “pensamiento vertical” que es lógico y fundamentalmente hipotético deductivo, y el “pensamiento lateral”
que es algo más complejo que lo meramente intuitivo y corrige la
tendencia del primero a fabricar modelos, para juzgar las novedades en
base a ellos. Actúa liberando la mente de viejas ideas, estimulando las
nuevas mediante la perspicacia, la creatividad y el ingenio, procesos
mentales con los que está íntimamente unido. De Bono propone -y esto es
lo más interesante- su uso de manera consciente y deliberada, como una
capacidad que todos poseemos y podemos reconocer, desarrollar y utilizar
con mayor frecuencia.
Memoria
Como
paradigma de la psicología cognitiva y -más recientemente- de la
neurociencia, se denomina así a una función del cerebro y, a la vez, un
fenómeno de la mente que ofrece al organismo la posibilidad de
codificar, almacenar y recuperar información. Su acción se sustenta en
las redes internas de éste, creadas mediante las conexiones entre
neuronas, permitiendo la retención de experiencias pasadas. Según su
alcance temporal, se reconocen tres tipos: De corto plazo (consecuencia de la simple excitación de las conexiones neuronales que se refuerzan o sensibilizan transitoriamente), De mediano plazo y De largo plazo
(consecuencia de un reforzamiento permanente y duradero de las
conexiones neuronales gracias a la activación de ciertos genes y a la
síntesis de determinadas proteínas).
En otra acepción, que podríamos denominar biográfica,
este término se descargaría de sus contenidos bio-neurológicos para
describir el conjunto de recuerdos personales, de hechos y
acontecimientos, que su autor ha vivido como protagonista o como
testigo. En este terreno, se establece una diferencia importante con la
autobiografía, ya que mientras ésta refiere una trayectoria vital de
forma completa para describir la identidad alcanzada por alguien a lo
largo de una vida, mediante el relato de la misma, la memoria
supone un recuerdo parcial, fragmentario y deformado cuyo interés se
centra, más bien, en rememorar vivencias del yo que se corresponden con
una determinada etapa o época definidas. Es decir, en definitiva, lo que
caracteriza e identifica individualmente la acumulación y evocación
personal de los recuerdos.
Me gustaría mucho conocer
el efecto abrasivo del tiempo en otras vísceras,
comprobar si el pasado
impregna los tejidos del mismo zumo acre,
si todos los recuerdos en todas las memorias
desprenden este olor
a fruta madura mustia y a jazmín podrido.
el efecto abrasivo del tiempo en otras vísceras,
comprobar si el pasado
impregna los tejidos del mismo zumo acre,
si todos los recuerdos en todas las memorias
desprenden este olor
a fruta madura mustia y a jazmín podrido.
Ángel González (Fragmento del poema Otras veces)
Metáfora
Es
una figura retórica que se genera mediante la identificación de dos
términos, entre los cuales ya existe, o se establece, alguna semejanza.
Uno de los términos es el literal y el otro se usa en sentido figurado.
Tiene cuatro niveles: El tenor es aquello a lo que se refiere, el término literal. El vehículo es lo que se dice, el término figurado. El fundamento es la relación existente entre el tenor y el vehículo (el discurso). El contraste es lo que se refiere en si al cuerpo de la analogía.
Se
trata de un término adoptado por disciplinas muy diferentes, que se
ajusta bien a situaciones muy diversas del quehacer humano, adquiriendo
sutiles matices respecto de su significado general procedente del campo
lingüístico/literario. Se utiliza en psicología para referirse al poder
profundo de las historias-metafóricas y su acción en el cambio
interno, la visión o el paso a un nivel de conciencia más profundo.
También en el terreno de la imagen, donde la metáfora se
considera visual y suele definirse como la representación de uno o
varios conceptos abstractos mediante los atributos visuales asociados a
otros, más familiares y accesibles, activando los procesos cerebrales
relacionados con la intuición analógica. Hasta un punto tal que, en
cierto modo, todo es metafórico.
“La
metáfora es esa tensión entre dos significados, ese percibir el uno
como si fuera el otro pero sin acabar de serlo. La metáfora atenta así
contra los principios de identidad y de no-contradicción, principios
que, sin embargo, fluyen de ella como forma petrificada suya.
Efectivamente,
como ya planteara Nietzsche y desarrollara Derrida, bajo cada concepto,
imagen o idea late una metáfora, una metáfora que se ha olvidado que lo
es. Y ese olvido, esa ignorancia, es la que, paradójicamente, da
consistencia a nuestros conocimientos, a nuestros conceptos e ideas”.
Emmánuel Lizcano (2006. Metáforas que nos piensan)
Polisemia
En
la evolución del lenguaje, una misma palabra puede tener varios
significados y ello puede ser debido a dos procesos diferenciados. Por
una parte, diferentes palabras, originalmente asociadas a significados
distintos, pueden sufrir una evolución etimológica que las lleve ha
coincidir como significante. Este proceso se denomina homonimia. Así en la actual palabra vino han coincidido las diferentes evoluciones de las latinas venit (del verbo venir) y vinum (bebida alcohólica), originalmente tan diferentes.
Por otro lado, una misma palabra (con un único origen etimológico) puede alcanzar varios significados. Este proceso se denomina polisemia. Así la palabra sierra (del latín serra)
representa tanto a la herramienta como al accidente geográfico y solo
se entiende su significado último atendiendo al contexto en que se
sitúa.
La
iconografía en general ha estudiado estos fenómenos de origen
lingüístico y los ha aplicado al mundo de las imágenes, entendidas como
signos que pueden ser objetivamente asociados a ciertos significados.
Las variaciones del significado dependiendo del contexto han sido
ampliamente estudiadas, siendo especialmente interesantes las que se
producen en los contextos temporales.
"como
cada fotografía es apenas un fragmento su peso moral y emocional
depende de dónde esté insertada. Una fotografía cambia de acuerdo con el
contexto donde se la ve: Así, las fotografías de Smith tomadas en
Minemata -duras imágenes en blanco y negro de los afectados por un
envenenamiento masivo en una población de pescadores provocado por
vertidos tóxicos- lucirán diferentes en un álbum, una galería, una
manifestación política, un archivo policial, una revista de fotografía,
una revista de noticias generales, un libro o la pared de un living.
Cada una de estas situaciones sugiere un uso diferente para las
fotografías pero ninguna de ellas le asegura un significado. Con cada
fotografía ocurre lo que Wittgenstein declaraba de las palabras: el
significado es el uso. Y por eso mismo la presencia y proliferación de
todas las fotografías contribuye a la erosión de la misma noción de
significado, a ese parcelamiento de la verdad en verdades relativas
aceptado sin reservas por la conciencia liberal moderna”.
Susan Sontag (Sobre la fotografía)
Remake
Es un término inglés (evitable según el Diccionario Panhispánico de Dudas)
con el que se denominan las obras que reproducen con mayor o menor
fidelidad la trama, personajes, ambientación y prácticamente cualquier
detalle de una obra anterior. El citado diccionario recomienda el uso
-en español- de las palabras adaptación, versión o nueva versión.
Su
uso -explícito y reconocido- ha sido generalizado por el cine,
disciplina en la que se ha aplicado desde sus orígenes bajo dos formas
de versión. Películas que adaptan una obra ya existente en otra
disciplina (novela, teatro, historia…) y películas que versionan otra
película anteriormente realizada.
En la actualidad cierta perspectiva contemporánea, cada vez más extendida, reconoce el remake
como algo presente en toda la evolución creativa. Con mayor o menor
evidencia, toda propuesta creativa constituye una versión. Algo que
tiene su origen en la elaboración personal de un imaginario que se
construye por acumulación del conocimiento (individual o colectivo). El
desarrollo de este concepto, tan visible en el cine, no es en absoluto
evidente y reconocido en otras disciplinas, ya que se aplica de manera
no reglada para explorar sus límites, socavar la ortodoxia asumida o,
más sencillamente, como un ineludible signo de los tiempos que no
siempre es asumido por todos.
“Lo
cierto, lo increíble, es que en el poema estaba entero y minucioso el
palacio enorme, con cada ilustre porcelana y cada dibujo en cada
porcelana y las penumbras y las luces de los crepúsculos y cada instante
desdichado o feliz de las gloriosas dinastías de mortales, de dioses y
de dragones que habitaron en él desde el interminable pasado. Todos
callaron, pero el Emperador exclamó: ¡Me has arrebatado el palacio! y la
espada de hierro del verdugo segó la vida del poeta”.
Jorge Luis Borges (Parábola del palacio)