Textos "breves como fotos"_28

Al abrir la puerta de mi habitación una luz cálida y líquida parecía haber desplazado todo el aire y sentí un ahogo. Entré como quien entra en el pasado y allí estabas tú: en el centro de la cama, laxo y abandonado como un objeto perdido. Hicimos el amor, fumamos y charlamos como de costumbre pero -acobardada- no pude decírtelo. Al final de la tarde, poco después de ducharte, me pareció que ya lo sabías todo así que tampoco dije nada. Y te marchaste entre dos luces.

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