Glosario_06

Barroco
Es el periodo histórico de la cultura occidental que abarca -aproximadamente- desde el año 1600 hasta el año 1750 y se inscribe entre el Renacimiento y el Neoclasicismo. Se trata de una denominación historicista, elaborada a posteriori y con ánimo peyorativo, que relaciona su producción artística con los conceptos de artificio, engaño, capricho o extravagancia y, en general, con la antítesis de la sobria y racionalista Ilustración. Hacia 1888, el historiador del arte Heinrich Wölfflin puso en valor y rehabilitó el término, identificándolo como una concepción artística propia y autónoma. Desde entonces no ha dejado de ofrecerse a nuevos e interesantes puntos de vista que lo relacionan con el “cambio de paradigma”. Contemporáneamente esta autonomía ha sido identificada como una verdadera ruptura con el pasado, con un tiempo de disidencia respecto de la “oficiliadad ortodoxa” del Renacimiento, y como antesala del Romanticismo. Un punto de vista que obviamente lo ha equiparado con la postmodernidad, con “la crisis de la modernidad y el derrumbe de la razón ilustrada”.
"Yo diría que barroco es aquel estilo que deliberadamente agota (o quiere agotar) sus posibilidades y que linda con su propia caricatura. En vano quiso remedar Andrew Lang, hacia mil ochocientos ochenta y tantos, la Odisea de Pope; la obra ya era su parodia y el parodista no pudo exagerar su tensión. Barroco (Baroco) es el nombre de uno de los modos del silogismo; el siglo XVIII lo aplicó a determinados abusos de la arquitectura y de la pintura del XVII; yo diría que es barroca la etapa final de todo arte, cuando éste exhibe y dilapida sus medios. El barroquismo es intelectual …”.
J L Borges (Prólogo de 1954 a la Historia Universal de la Infamia)
Hoy, ante la necesidad de encontrar una nueva racionalidad, nos aventuramos en muy diversas exploraciones hermenéuticas, simbólicas, analógicas o poéticas y, en esta situación, se hace particularmente recomendable volver la mirada hacia lo anterior: Entender el barroco, que es lo anterior, como un referente especular de los procesos vigentes y repensarlo como otra racionalidad posible y ligada a la imaginación creadora, a la concepción lúdica y -sobre todo- a la invención y a la libertad.

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