Textos "breves como fotos"_52

El día consume sus últimos minutos de luz solar. Farolas y luminosos comienzan a salpicar las primeras oscuridades. Cuerpos fatigados por el trabajo arduo, o por los sencillos modos de existir, caminan sobre lo que parecen sendas trazadas por la costumbre y la rutina: más brillantes y pulidas. Aunque nunca hay silencio en la ciudad, en este raro instante —¿noche o día?—, da la impresión de estar a punto de estallar. Y casi puede oírse el mar lejano.

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