Biblioteca de instantáneas_39

“Y el consejero se puso a provocar a su mujer. Estaba desvelado y ya no tenía sueño.
—¡Lo que tú eres es una miedosa! —se burla de ella—. Mañana vete a ver al doctor para que te cure esas alucinaciones. ¡Eres una psicópata!
—Huele a brea —dice su mujer—. A brea o... a algo así como a cebolla..., a sopa de coles.
—Sí... Hay algo que huele mal... ¡No tengo sueño! Voy a encender la bujía... ¿Dónde están las cerillas? Te voy a enseñar la fotografía del procurador de la audiencia. Ayer se despidió de nosotros y nos regaló una foto a cada uno, con su autógrafo.
Raspó un fósforo en la pared y encendió la bujía. Pero antes de que hubiese dado un solo paso para buscar la fotografía, detrás de él resonó un grito estridente, desgarrador. Se volvió y se encontró con que su mujer le mira con gran asombro, espanto y cólera...
—¿Has cogido la bata en la cocina? —le preguntó palideciendo.
—¿Por qué?
—¡Mírate al espejo!
El consejero suplente se miró en el espejo y lanzó un grito fenomenal. Sobre sus hombros pendía, en vez de su bata, un capote de bombero. ¿Cómo ha podido ser? Mientras intenta resolver este problema, su mujer veía en su imaginación una nueva escena, espantosa, imposible: la oscuridad, el silencio, susurro de palabras, etc. ¿Qué pasa entre Gaguin y la cocinera? María Michailovna da rienda suelta a su imaginación”.

En la oscuridad
(fragmento) Antón Chéjov

 

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